La perdición, amor, fueron tus ojos
que atraparon los míos, desvalidos,
rendidos a su mar impenetrable.
Fue un instante de pálpitos cruzados,
.
de colapso y de vértigo, de balas
jugando a taladrar mi corazón.
El origen de un súbito latir,
el ocaso de un sueño magistral.
.
Albergo todavía en la memoria
tu mirada recóndita, verídica,
cargada de una turba de pasiones;
.
y siento, al recordarlo, la locura
de aquel tiempo que quiso y pudo ser,
pero el mundo dispuso que no fuera.
.
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