Si pudiera
decirte,
que los
versos que encienden estas liras,
no son para
cohibirte,
que el amor
que me inspiras,
acude por el
aire que respiras.
Que vibro si
te leo,
que hierve
por la sangre de mis venas,
un tierno
forcejeo
de cadencias
ajenas,
con rumores
de cantos de sirenas.
Que en lo
alto, por los cielos,
se escucha
el crepitar de mis sentidos
y el eco de
mis vuelos;
que siento
los latidos
del ulular
del viento en mis oídos.
Que circulas
airoso
por los sueños
que atisban tu llegada
con ánimo dichoso,
permitiendo
tu entrada
hasta el
lindero exacto de alborada.
Que sí, que
me estremezco
soñándote en
los versos cada día,
y en las noches
me crezco,
silbando mi alegría
al universo amable que te envía.
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