A
veces, de pronto, te invade la pena,
una
pena grande, estéril y odiosa,
que accede
furtiva cual sierpe alevosa,
a enredar
el alma, cubierta de arena.
.
Y caminas
triste, y escribes ajena
a lo
que acontece tras la luz borrosa;
desnudas
a Sócrates* sobre el mármol rosa,
mientras
grazna el cuervo su negra condena.
.
Pero
duran poco las baladas tristes,
y no tienes
tiempo de sentir el duelo
que se
aleja ingrávido igual que un suspiro.
.
Sonríes
entonces sabiendo que existes,
porque te
conduce a elevarte al cielo,
con la
aurora en trance de color zafiro.
.
Bonito soneto poeta. Muy en tu línea, felicidades.
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué rapidez, poeta. Muchas gracias por tus palabras. Besos 😘😘
EliminarPerfecto, poeta.
ResponderEliminarMuchas gracias, Javier. Me alegra que te haya gustado. 😘😘
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