Intuí pasadizos de ternura
en ese decir tuyo
insuperable,
en esa conmoción inevitable…,
que me adentré al instante en
tu envoltura.
.
Navegué por tus letras con
usura
en mi barca de remos
inestable,
y me hundí en el abismo
inexorable
de ese verso empapado de
frescura.
.
Desde entonces convivo con el
vértigo,
sin freno, restricciones, ni
gobierno,
de ser tu fiel lectora y tu
testigo.
.
Y resuelvo conmigo que es
contigo
con quien quiero encontrarme
en el infierno,
siendo el único afán que ya
persigo.
.
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