Capturar una idea,
atraparla al vuelo
como el baile excitante
de un pájaro en celo.
Sublimar ese instante,
percibir los acordes que inviten al juego
y escribir un verso, después otro y otro,
y encontrarte dentro, al fin, del romance.
Es una secuencia
entre verbo y mente,
un descubrimiento.
Dejar al cerebro que palpite libre,
y sentir el fuego, el advenimiento
de la voz exacta,
del matiz perfecto,
del pellizco interno que
te sintonice.
Me encanta, Teresa
ResponderEliminarUn abrazo <8>
Gracias, Javier. A mí me encanta que te encante, jejeje. Eres muy amable. Un abrazo, querido amigo.
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