(Endecasílabos encadenados
en un balanceo entre romántico y sarcástico)
Me quiere un elegante
caballero
que anduvo suspirando por
mi almohada,
un pétalo de flor me dio
un “sí quiero.”
¡No me quiere! Me dice
atolondrada,
una hoja contumaz e
impertinente,
torciendo casquivana la
mirada.
¡El pétalo siguiente lo
desmiente!
¡El galán me idolatra y da
la vida
con pasión aguerrida y
evidente!
¡No me quiere! Proclama
divertida
la burda margarita del
invento,
partiéndose de risa la
jodida.
Y un pétalo sensible al
sufrimiento
se acerca a susurrarme,
delicado,
que vuelan sus caricias
con el viento.
Así fue que me quiso mi adorado:
silbando por el aire los
amores
con sublime pasión de
enamorado.
¿Qué más puedo pedirles a
las flores?
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