Entre el forro de las voces campa
el aire, agitando una orquesta de emociones. Y me callo, pues la lengua, prudente,
avista el cierzo.
Cuando logro espantar esos
tornados, se exhibe exultante la osadía, soltando por la boca todo el viento.
Viento suave, casi brisa, pues lo mío es rebeldía de colegio, es casi risa.
Me rebelo contra el mundo y
contra todo. Sin estruendo. Sin insultos ni aspavientos. Pero sí disintiendo de
lo absurdo, de lo viejo. De lo obsoleto y caduco.
Me escuece y me supera la injusticia.
La prepotencia me altera y reniego displicente de la gente que se empacha de pompa
y de torpeza.
Qué decir de los políticos que
nos arrancan derechos para darlos a los ricos…
nos rebelamos pero no sabemos donde dirigirnos... y eso es aún peor que no rebelarse
ResponderEliminarBesos
Gracias por el comentario. Al menos rebelarme me sirve para echar fuera toda la basura que se va acumulando en mi interior que, de otra manera, se terminaría pudriendo.
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