Cuando se altera mi lengua por
alguna extravagancia. Cuando arriesga
conjeturas con descaro y escaso conocimiento… Siento quemazón por dentro
y me sale una urticaria.
Pues estimo deleznable juzgar
los actos de nadie sin conocer el origen, el trasfondo, la génesis o el
detonante.
Y aun sabiendo, no me permito juzgarlo,
pues ni creyendo saber, sabemos lo suficiente. ¿Acaso no es temerario suponer lo
imaginado?
Y en esas anda mi mente. En los
juicios desbarrados, los insolentes, los mezquinos y cobardes. Los juicios exagerados
y los indolentes.
Pues
detrás de algunos actos algo profundo se esconde y es motivo suficiente para morderte
la lengua.
No es mala recomendación evitar caer en prejuicios, independientemente de que se pueda suponer o se conozca que no haya nada profundo tras un acto.
ResponderEliminarGracias por el comentario.
ResponderEliminarMe cuesta recomendar y no suelo hacerlo. El blog me sirve para dar rienda suelta a mis pensamientos. Para desempolvar el cerebro de vez en cuando.