Son ya cuatro los asaltos y cien
vueltas casi dadas, pero mi atribulado cerebro no quiere soltar amarras. Me
disperso entre conceptos, entre dudas y entre escarchas.
¿El ingenio es raciocinio?,
¿es un don?, ¿es experiencia?, ¿es talento o tal vez inteligencia?.
Entre sombras busco a tientas,
rebotando las preguntas contra paredes inciertas.
Las neuronas no discurren, se
amotinan, se revuelven. Y comienzo a arrepentirme buscando una escapatoria, un efugio,
otra historia.
¿Pues acaso alguno sabe el
pedigrí del ingenio?
Y deduzco que se trata de una
chispa, de un aliento, del suspiro de una mente apasionada, de un instante creativo,
de una gracia.
Cuando a veces me lo encuentro,
en mi avidez por lo bello, me produce un sobresalto, pues el ingenio seduce, te
cautiva y te enamora.
Así, poco a poco, enamoras, encadenando las palabras, descubre alientos y emociones.
ResponderEliminarMuchas gracias, Javier. Las palabras son mi entretenimiento. Soy feliz jugando con ellas.
ResponderEliminarHola,
ResponderEliminarGracias por tus palabras en el blog de Juan Carlos.
Mi blog se llama "Los dinosaurios también tienen blog" y la dirección es http://juanjoyraquel.blogspot.com.es/
También estoy en twitter, aunque no entro mucho: https://twitter.com/Juanjo__Rubio
Saludos.
Gracias, Juanjo. En cuanto pueda entraré a echarle un vistazo. Un beso.
ResponderEliminarClaro que hay, digamos, estados de gracia. Sin embargo, si hemos de hacer caso a grandes creadores, desde Horacio y su lima, pasando por Bécquer, Juan Ramón ("Intelijencia: dame el nombre exacto de las cosas"), Lorca o, por más socorrido quizá, Picasso, se podría asegurar que no basta en muchas ocasiones.
ResponderEliminarCierto pero, digamos también, que en este campo son muchas las excepciones. No encuentro más razón para el ingenio, que la sinrazón y la gracia con unas cuantas dosis de inteligencia.
ResponderEliminarMuchas gracias por el comentario.