Un
incendio voraz asombra al mundo,
que lo
observa impotente y sin aliento;
cuesta mucho
creer que, en un momento,
tenga el
templo un latir tan iracundo.
.
Un fuego
gigantesco, furibundo,
con
fantasmales llamas en aumento,
destruyen,
impulsadas por el viento,
la aguja y el
cimborrio moribundo.
.
Las lágrimas
acuden silenciosas
difuminando el
drama unos instantes.
Arde “el
bosque”, vestigio de ocho siglos,
.
y se remueve
el tiempo entre las losas
de periodos
sangrientos e inquietantes
rebosantes de
escombros y vestiglos.
.
En unos versos resumen preciosamente este trágico suceso, poeta. Felicidades.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, Rafael. Un abrazo. 😘😘
EliminarQué bonito, Teresa
ResponderEliminarGracias, Angélica. Besitos. 😘😘😘
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