Las nubes son mi asiento,
la evasión sin límite, mi objetivo.
Mas lo cierto es que vivo
prendida entre los hilos
de este acaecer de quietud y viento.
A ratos me diluyo,
como sombra en la noche de tormenta,
me lanzo a la corriente
de los ríos, y vivo, (en vida, muerta),
en el abismo incierto del erebo.
Percibo que en el fuego,
la evasión sin límite, mi objetivo.
Mas lo cierto es que vivo
prendida entre los hilos
de este acaecer de quietud y viento.
A ratos me diluyo,
como sombra en la noche de tormenta,
me lanzo a la corriente
de los ríos, y vivo, (en vida, muerta),
en el abismo incierto del erebo.
Percibo que en el fuego,
(urdimbre urdida en el
quicio del deseo),
aguarda el alimento del poeta.
Y atisbo, por estrías de la mente,
el túnel que atravieso
al agacharse el día:
aguarda el alimento del poeta.
Y atisbo, por estrías de la mente,
el túnel que atravieso
al agacharse el día:
aspiro el aire puro de los
cielos,
que sin estorbos vuelo agradecida.
que sin estorbos vuelo agradecida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario