sábado, 14 de diciembre de 2013

Caminos…


Me sumerjo en el folio del mismo que lo hiciera por un vasto y claro camino, disfrutando del paseo, con la emoción contenida y los sentidos sintiendo.

Mas percibo en mi cerebro una corriente agitada, un revuelo, un desafuero infernal. Un circuito endemoniado que entrechoca a las neuronas de una forma irracional.

Alejándome unos pasos, olvido que soy yo misma y penetro en un atajo. Desde ese lugar advierto, que el escuchado trajín, es sonoro y es doliente, que no es fruto del magín, sino realmente consciente.

Y el devenir por las teclas comienza a soliviantarse; a imaginarse tragedias; a sentir en carne propia el dolor de la otra gente. A palpar las quebradizas vidas en que el azar nos convierte.


No es fácil salir huyendo, el dolor siempre te alcanza, ni cerrando con candado tu laberinto mental podrás escapar de la escena.

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