miércoles, 27 de marzo de 2013

Soneto caudato: Ortografía


Se levantó mohína la ortografía
por tanto desacato a sus formas.
Por tanto desapego a sus normas
se levantó contrita y dolorida.

Languidece triste y malherida
viendo la escritura profanada.
Adolece al verse mancillada
por tanta desidia y apatía.

Desterrados los puntos y las comas,
paréntesis, diéresis y acentos,
trágicas yacen las palabras solas.

Resbalan por las teclas los descuidos,
sumidas en mil quejas recitadas
por abusos y yerros cometidos.


¿Supe dónde me metía
al pergeñar un soneto?
¡Pardiez que no lo sabía!

Pero este atrevimiento
me persuadió para siempre
de repetir el intento.

viernes, 22 de marzo de 2013

Ideas


Al sumergirme en un folio, provoco un ligero revuelo en mis marismas mentales; las neuronas se atarantan y cuesta engendrar ideas; ¿será que las mismas huyen de un cerebro estrafalario?

En un reducto sombrío de mi tornadiza mente se entretejen las ideas, a la espera de un proceso que les indulte el misterio.

Requiere de diligencias. Para que brote la idea, para pretender que aflore, no basta con desearla, conviene solicitarla cumplimentando un impreso.

Una vez suministrada, a la idea me refiero, debo de condimentarla y escabecharla unas horas.

Dado que soy renuente a seguir alguna pauta; que la galbana se esfuerza en hacerme compañía. Y dado mi escaso tiempo… sospecho que las ideas nunca progresarán conmigo.

Se quedarán en esbozos o vulgares ocurrencias.

lunes, 18 de marzo de 2013

Pensamientos


Cuando vuela el pensamiento, cuando lo aireo, ocurre que revolotea, y que, con mucha frecuencia, se queda como suspendido, a la espera que la autora le dé el consentimiento

En esa interinidad, Los sentimientos se alteran, se vuelven más suspicaces, reticentes, más mordaces. Y, quizá, si me apuran mucho, se vuelven hasta procaces.

Es que las palabras brotan sin una meta aparente, y según se van creando a tenor del raciocinio, se vuelven incongruentes, y hay que pausar el asunto.

Pues… ¿una vez que han dado el cante no hay que asumir lo cantado? Y, dado que la autora asume cualquier cántico incoado, habrá que andar con cuidado.

Y al hilo de lo narrado, pido un poco de clemencia al pensamiento frustrado, al que se quedó colgado sin posible evolución. Pues no siempre se sostiene con tanta circunspección.

viernes, 15 de marzo de 2013

Vivir


Se trucaron las sombras por los claros, y un preludio de notas trastornó el aire componiendo una bella sinfonía.

Germinaron los campos, brotaron frutos, y brincó el agua rumorosa por los bellos meandros de los ríos.

Emigré del sueño de los otros buscando reiniciarme en uno mío, y descubrí el bálsamo, el alivio, de hallarme en territorio propio.

Escapé de un sueño apolillado, roído por costumbres y milongas, y desperté en un campo de maizales gozando de los tangos de la vida.

Deserté de un mundo encorsetado, ceñido por ruidos y excrementos, y sentí el aroma de los vientos diluido entre melodías.

Se abrieron puertas y fronteras y me adentré en un mundo oxigenado que determinó mi rumbo y mi ventura, anestesiando llagas del pasado.

jueves, 7 de marzo de 2013

Amistad


Vagando sin rumbo fijo por los circuitos mentales, convine, con cierta ironía, que el concepto de amistad goza de mucha fortuna. Y me di otras cuantas vueltas investigando ese dato.

Topé, sin estorbo alguno, con la amistad lucrativa, y le di crédito al punto, siguiendo con mi ironía.

Tropecé con la rentable; con la amistad cicatera; con la mercenaria, la que subasta decencias; con la codiciosa, administradora del lucro y la manduca. Con la pretenciosa. Con la amistad caduca.

Y, buscando un aliciente a tanto tufo funesto, hallé a la amistad perenne; a la diáfana, la desnuda de aspavientos; la que no busca ganancia; la que conforma mi vida y lubrifica mi mente; la insolvente; la auténtica; la tajante.

Y me tendí en un claro de dentro de mi cerebro celebrando tan extraordinario encuentro.

viernes, 1 de marzo de 2013

20 minutos


Son veinte minutos largos instalados en el núcleo mismo de mi cerebro.

Aterida, acelero los pasos desbocados. El gélido viento cristaliza en mi rostro, y un claqué entusiasta entrechoca los dientes con su danza.

Veinte minutos intensos que obligan a los pies a trotar desenfocados sacudidos por el doloroso chasquido del invierno. El frío, adherido a la memoria como un tumor inclemente, bloquea mi entendimiento.

Son veinte minutos que transcurren entre farolas y sombras congeladas, calles de adoquines destripados y dolientes, bultos vacilantes, y un zumbido jadeante y espasmódico como fondo.

Veinte minutos lacerantes; los que mis pasos tardan en recorrer, en mañanas glaciales y oscuras, el mortificante trayecto hasta el trabajo.