En penumbra y a las puertas del
umbral del sueño, resisten desmayados los párpados, entre destellos de púrpura y
de plata.
Poemas apenas esbozados se
permiten un baile irreverente, iluminados fugazmente por la luna. Aparece de súbito
el desvelo y se inicia con celo la función.
Voces invadiendo el escenario con
violencia de sicario. Huyendo del encierro y del horario. Recuerdos adobados,
furtivos, atropellados.
Actores mediocres se entrecruzan
en una tela de araña incongruente, hilvanando ideas y mendigando engaños. Palabras
deslavazadas, mudas y esperpénticas. Desvinculadas del mundo y de la nada.
Palabras noctámbulas que rebañan
el tiempo hasta asfixiarlo, arrastrando su desgana hasta el crepúsculo